¿QUE?

Yo improvisado sin rumbo fijo, una mano me señalaba.
¿Que significaba?
Sobresalía de una pared.
¿Estaba soñando?
Era un rompecabezas de colores.
Negro, amarillo, morado, verde, azul y seguían los colores.
Solo podía hacer mezclas con estos,
mas sin embargo ninguna imagen se aproximaba a mis pupilas,
no comprendía.
La mano seguía señalando
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De pronto, música de fondo,
era imposible detenerlo.
El mundo entero no se detenía.
Luego entonces, un reloj surgía de las grietas del pavimento,
el acontecimiento puro, tiempo y espacio, que olvidan al movimiento.
Una imagen aparece detrás de las manecillas en lugar de números,
como queriéndome decir algo.
La mano señalaba de nuevo.
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Era un abismo sin fin de imágenes y sonidos sin sentido.
"NADA", solo estaba Yo.
Me sentía pesado, desabastecido.
De pronto todo emerge, una sensación espesa recorría mis sentidos, era la desintegración desnuda
de un mundo, la imagen de este mundo,
la ruptura de un espejo que me reflejaba como un ser único,
mi otro yo se desasía, uno nuevo aparecía.
Mi mirada en ese espejo, fija, sentía el pestañear de mis parpados, en cámara lenta se movían.
La mano se oculto.
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Los colores se volvieron concreto y ladrillos.
El espejo seguía, permanecía, como un hacedor de imágenes encontradas,
cristal translucido, producto visual, des constructor, pura mecánica,
representación de un ser inexistente, nebuloso, ensombrecedor de un entorno grotesco
y hermoso a su vez, oculta lo que es necesario ver, complejo ante la vida, inmóvil,
recuerdo de una imagen irreal en su totalidad, repetitiva,
vida soñada y a su vez la realidad con un dejo de ironía.
Ese espejo era mi respuesta, tenía que olvidar quien era yo para que alguien nuevo surgiera.
¡Tengo que cambiar!
Yo era mundo, ¡Mundo! tengo que cambiar.